Programa de Gobierno de la Ciudad de México 2019-2024
Participa en la construcción de una Ciudad de innovación y derechos.
6. Ciencia, Innovación y Transparencia
La Ciudad de México tiene una deuda histórica con las y los ciudadanos que han sido desplazados a la periferia desde que los conquistadores españoles destruyeron los centros ceremoniales de Tenochtitlan. Este gobierno se debe a esas mujeres y hombres, a esas niñas y niños que viven en zonas de la ciudad en las que la presencia del Estado significa más control de violencia, que acceso a bienes y servicios públicos.
Este gobierno pondrá en el centro, la agenda de combate a la desigualdad y a la corrupción para garantizar más derechos a más personas. La innovación en la administración 2019-2024 se entiende como una nueva forma de resolver los viejos problemas de la Ciudad de México. Para este gobierno, la transparencia, la participación ciudadana, el gobierno abierto y la innovación no son fines en sí mismos, sino vehículos para que las personas accedan a los derechos que se les reconocen en nuestro marco normativo. Innovaremos para mover la balanza de poder en favor de las ciudadanas y ciudadanos más debilitados por décadas de abandono y clientelismo, para que tengan herramientas para ejercer sus derechos, para que tengan mecanismos para exigirnos resultados.
Con este eje se busca darle autonomía a los habitantes de la Ciudad de México, mediante procesos innovadores que les permitan: acceder a servicios y trámites de manera simple y sin pérdidas de tiempo o recursos; contactar a autoridades de manera rápida para exigir atención y servicios; consultar información pública desagregada y oportuna; dar seguimiento a cada peso público y llamar a cuentas a servidores públicos, y por supuesto, contar con la conectividad necesaria para hacer realidad todo lo anterior.
Asimismo, las ciudadanas y ciudadanos son dueños de la información que produce el Gobierno de la Ciudad de México y que hasta este momento se usó de forma privada. Con este Plan de Gobierno se avanza hacia la democratización del uso de la información pública. Finalmente, este eje provee de herramientas a las y los ciudadanos para participar en la toma de decisiones sobre lo público y al mismo tiempo, elimina aquellos intermediarios que solían terciar el acceso de los ciudadanos al Estado.
Con innovación y gobierno abierto se reitera el compromiso con las mujeres, los habitantes de bajos ingresos, la comunidad LGBTTTIQA, los pueblos originarios y las poblaciones históricamente excluidas de la vida pública, y se les posiciona en el centro de la acción gubernamental, un lugar del que nunca debieron ser desplazados. Para el año 2024, se entregará una ciudad más cercana a sus habitantes, con mejores servicios.
Anteriormente, la agenda de innovación y desarrollo tecnológico de la Ciudad de México se encontraba completamente fragmentada, carecía de objetivos claros y definidos y no respondía a las necesidades de la ciudad. Esta visión generó instituciones y programas que convirtieron a la tecnología en un factor más de exclusión social y que la alejaron de convertirse en una herramienta que sirviera para mejorar la vida de las personas.
El desorden administrativo, la falta de una política unificada en los ámbitos normativo
y técnico y sobre todo, la ausencia de una visión integral e incluyente sobre los temas de innovación y tecnología, generaron gasto público excesivo en servicios e infraestructura que no correspondían a las necesidades institucionales de vinculación y atención
a la ciudadanía. Lo anterior tuvo como consecuencias principales: el desarrollo de sistemas poco eficientes, la dependencia con proveedores particulares —lo que a la larga provocaría un costo mayor para la ciudad— y la adquisición de bienes que algunas veces resultaron inútiles y que dejaron en el rezago tecnológico y de infraestructura a muchas dependencias del Gobierno de la Ciudad de México.
De esta manera, se abrieron espacios como el Laboratorio para la Ciudad que, si bien fue una iniciativa novedosa enfocada en realizar experimentos sobre asuntos urbanos, dedicó su tiempo a pensar y plantear problemas que no necesariamente respondieron a la realidad de una ciudad como la nuestra. Además, invirtió importantes recursos públicos en proyectos que se mantuvieron en un espacio meramente lúdico, que nunca ayudaron a entender mejor los problemas públicos y que por lo tanto, nunca tuvieron impacto en la vida de los ciudadanos.
Otros ámbitos que podrían haber sido ampliamente beneficiados por la innovación tecnológica, como los modelos de atención ciudadana, también permanecieron completamente desagregados. Así, estos continuaron funcionando con sistemas que se limitaron a captar información, sin generar mecanismos de seguimiento y evaluación y, sobre todo, sin proporcionar orientación clara, certera y oportuna al sector de la población que más necesita del gobierno.
En síntesis, el Gobierno de la Ciudad de México careció de una visión a mediano y largo plazo sobre lo que tenía que significar la introducción de herramientas tecnológicas y de innovación a la gestión gubernamental para el beneficio de las personas que habitan la ciudad. De esta manera, limitó su uso y aplicación a un modelo de corto plazo y completamente desligado de las necesidades apremiantes de la ciudad y su población.
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