Plan General de Desarrollo de la Ciudad de México
Ciudad de derechos y derecho a la Ciudad
1.2 Población, transformaciones demográficas y sistema de cuidados
La heterogeneidad territorial de la capital de la República y de quienes viven en ella hacen necesario pensarla, más que como un conglomerado urbano, como un espacio diverso, que ocupa distintos tipos de suelo, incluido suelo de conservación, bosques, pastizales de alta montaña, pedregales, humedales y otras zonas agrícolas. La Ciudad de México ocupa una superficie de 1,495 km2, equivalente al 0.1% del territorio nacional. Se estima que en esta área geográfica hay más de 2.6 millones de viviendas en las que residen casi 9 millones de personas, lo que significa que aproximadamente 8 de cada 100 viviendas en el país se encuentran en la capital, y 7 de cada 100 habitantes residen también aquí (INEGI. Encuesta Intercensal, EIC, 2015).
Más de la mitad de las personas que habitan la Ciudad de México son mujeres (4,700,235, en comparación con 4,307,410 hombres). El análisis de la estructura demográfica por edades pone de manifiesto la importancia relativa que tiene la población infantil y juvenil, pues la mitad de los habitantes de la capital del país no había cumplido 35 años a mediados de 2020. Asimismo, existe una elevada concentración territorial de la población en cuatro demarcaciones (Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Álvaro Obregón y Tlalpan), mientras que la otra mitad se reparte en 12 alcaldías. Destacan Iztapalapa y Milpa Alta como las zonas con mayor y menor presencia de habitantes, con 20.5% y 1.5% del total de la población, respectivamente (EVALÚA, 2020).
En la Ciudad de México se atraviesa por tres dinámicas demográficas importantes que requieren ser tomadas en cuenta al establecer líneas estratégicas y metas para un desarrollo igualitario que busque el bienestar y la inclusión. La primera es la clara tendencia a la baja en el incremento natural de la población que, en 2015, fue de 0.8%, la mitad de las registradas en Aguascalientes y Chiapas, donde el indicador fue de 1.6% anual. La baja tasa de crecimiento natural es resultado de la caída en la tasa de fecundidad (que desde el año 2000 es inferior a 2 hijos por mujer, valor de la tasa de reemplazo). Lo anterior, junto con los flujos migratorios negativos y el proceso de envejecimiento, contribuye a que en la ciudad, a partir del año 2000, se observe una tasa interanual de crecimiento del número de habitantes de tan sólo 0.3%. De igual forma, la capital tiene el saldo neto migratorio negativo más grande del país, con -2.7% para el periodo 2010-2015, respectivamente (EVALÚA, 2020). De continuar con esta tendencia, la Ciudad de México en 20 años podría perder el 8% de sus habitantes.
La segunda dinámica demográfica que debe ser destacada es el proceso de envejecimiento de la población capitalina. Entre el año 2000 y el 2015, el número de niños y niñas (población menor de 18 años) disminuyó en más de un millón, mientras que aumentó en casi la misma magnitud el número de personas con 60 años o más. Al término de estos 15 años, la población infantil se había reducido 21% respecto de su tamaño en 2000 (de 2.7 millones a 2.2 de niños y niñas), mientras el número de personas adultas mayores había aumentado 75% (de 731,000 a 1.3 millones). Esta tendencia se confirma en cada una de las alcaldías; si bien Benito Juárez es la única demarcación donde el peso relativo de la población adulta mayor es superior al de los niños y las niñas, respectivamente (EVALÚA, 2020). De igual forma, de acuerdo con los análisis sobre el envejecimiento, realizados por el Consejo Nacional de Población (CONAPO), la Ciudad de México es la entidad que más rápidamente modifica la proporción de personas dependientes, respecto de aquellas que trabajan o tienen disponibilidad para trabajar.
Esta tendencia se traduce al mismo tiempo en otra, relativa a la composición de los hogares. En efecto, de acuerdo con la Encuesta Nacional de los Hogares, mientras que el promedio nacional de hogares unipersonales en el país es de 10.9%, en la Ciudad de México ascendía al 15.31% en 2017; de los 2.71 millones de hogares estimados en ese año, 415,558 estaban integrados por una sola persona. Sobre esa cifra es importante subrayar que el 51.9% eran hogares unipersonales de mujeres, frente a 48.1% de hogares unipersonales de hombres. Asimismo, dada la sobre mortalidad masculina que se registra en el país y en la Ciudad de México, que se refleja en la esperanza de vida al nacer, la tendencia probable es que los hogares unipersonales de personas solas en edades cada vez más avanzadas, se incremente significativamente año con año.
De continuar las tendencias demográficas, en los años treinta de este siglo, la tasa de mortalidad superará a la de natalidad, y a partir de ese momento la población empezará a decrecer en forma continua de no modificarse la tendencia. Entraríamos a una etapa de dinámica demográfica nunca vista en la historia local. Uno de los objetivos del Plan es el de frenar el decrecimiento poblacional, al considerar las posibles complementariedades derivadas de las relaciones e interdependencias en la megalópolis.
La tercera dinámica demográfica se relaciona con el rápido incremento de los hogares con jefatura exclusiva de mujeres. En el año 2015 había en el país 30.18 millones de hogares familiares (nucleares, compuestos y ampliados), de los cuales 7.92 millones tenían jefatura de hogar exclusiva de mujeres, lo que representaba 26% del total. En la Ciudad de México había 2.26 millones de hogares en esa fecha, 797,276 con jefatura exclusiva femenina; es decir, 35% del total.
Tanto el proceso de envejecimiento, como el aumento en el número de hogares con jefatura exclusiva femenina requerirán de mecanismos amplios e incluyentes en materia de cuidados. De igual forma, dadas las desigualdades persistentes entre los niveles salariales registrados para mujeres y hombres, además de las menores oportunidades de acceso a empleos bien remunerados para ellas, el crecimiento del número y porcentaje de hogares con jefatura exclusiva de mujeres y niños pequeños puede traducirse en mayor riesgo de pobreza, producto de un sistema en el que prevalecen las ventajas para los hombres.
Aúnado a lo anterior, debe señalarse que otro proceso que expone a las mujeres al riesgo de pobreza se asocia con el embarazo adolescente, que ha tendido a descender pero de manera muy lenta. El promedio de nacimientos de niñas y niños, cuyas madres tenían menos de 19 años al momento del parto ha sido de 20,729 casos anuales en la última década, con un marcado descenso en el número absoluto en los años recientes. En términos relativos, en el año 2018 el 12.6% del total de los nacimientos registrados en la Ciudad de México fue de mujeres menores de 19 años. La persistencia en el 2018 de una tasa específica de fecundidad en adolescentes, similar a la que existía en 1999 (véase Gráfica 1), implica 20 años de estancamientos que significan el truncamiento de trayectorias escolares, laborales y de vida de decenas de miles de mujeres que desde muy jóvenes enfrentan el reto de ser madres en contextos socioeconómicos adversos.
Gráfica 1. (disponible en el PDF)
Fuente: elaboración con base en las estadísticas de natalidad de www.inegi.org.mx
Aun con tales tendencias, se mantiene el potencial de aprovechamiento del bono demográfico, el cual se asegurará con la generación de más y mejores empleos y condiciones económicas adecuadas para la población joven. La maduración de la transición demográfica impone retos formidables para las próximas décadas, primeramente por la necesidad de lograr al menos un crecimiento cero de la población (y no uno negativo), pero sobre todo en lo que se refiere a ofrecer condiciones adecuadas de salud, bienestar, cuidados, socialización y otras para las personas mayores de 65 años que, de no cambiar las tendencias, llegarían a 2 millones en 2040. La infraestructura, la vivienda, los espacios públicos, la movilidad y en general las condiciones urbanas deberán adaptarse para facilitar la vida de ese grupo, en particular para las mujeres, que tienden a vivir más años. La economía urbana y la hacienda pública deberán ser suficientemente prósperas para garantizar programas de aseguramiento social y servicios adecuados para esta población.
En otro orden de ideas, es importante destacar la presencia de grupos de población que son vulnerables por distintas razones, como la denominada población callejera o en situación de calle, las personas indígenas y las que presentan algún tipo de discapacidad. La población callejera se localiza en el Nororiente de la ciudad, principalmente en las alcaldías de Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Venustiano Carranza e Iztapalapa. En las dos primeras alcaldías se calcula la existencia de aproximadamente 2,300 personas en esta situación, según el Diagnóstico situacional de las poblaciones callejeras 2017-2018 realizado por el Instituto de Asistencia e Integración Social, de las cuales la mayor parte son hombres y en torno al 20% cuenta con un nivel educativo de media superior o estudios profesionales. Además, 17 de cada 100 personas en situación de calle tienen una discapacidad física y 5 de cada 100 presentan alguna enfermedad mental.
Se estima que en 2015 en la capital de la República había un poco más de un millón de personas indígenas (EIC, 2015), definidas por hablar una lengua indígena o considerarse como tales. Este grupo, que representa el 11.2% de la población capitalina, se concentra sobre todo en Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Tlalpan y Álvaro Obregón, alcaldías donde residen 474,709 personas indígenas (el 47.3% de las que habitan en la ciudad). Sin embargo, la mayor presencia relativa corresponde a Milpa Alta, donde uno de cada cuatro habitantes pertenece a este grupo. Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco destacan también por sus elevados porcentajes de población indígena (16.8%, 15.0% y 15.6%, respectivamente), aunque en términos absolutos su importancia numérica no es tan elevada como en otras demarcaciones (EVALÚA, 2020).
En relación con la población con discapacidad, en la Ciudad de México viven aproximadamente 626,000 personas que presentan alguna discapacidad física o mental (ENIGH, 2018). El 67.5% de ellas tiene problemas para caminar, moverse, subir o bajar escaleras; el 26.4% tiene dificultad para ver, aún al usar lentes; y el 15.6% para oír, aún con un aparato auditivo. Las personas con impedimentos físicos o mentales residen en 511,253 hogares, lo que equivale a afirmar que en 19 de cada 100 hogares capitalinos alguno de sus miembros tiene al menos una discapacidad física o mental (EVALÚA, 2020).
1.2.1. Sistema Universal de Cuidados y Bienestar
Construir un Sistema Universal de Cuidados y Bienestar para que las personas que requieran de cuidados reciban servicios de calidad. Lograr, a través de mecanismos promovidos por el gobierno de la ciudad, que se equilibre y fomente la participación igualitaria y equitativa de hombres y mujeres en los trabajos domésticos y de cuidados, a fin de que ambos, pero particularmente las mujeres, alcancen su plena autonomía económica y participen en los distintos ámbitos de la vida social, política y cultural de la Ciudad de México.
1.2.1.1 Meta 1
Lograr un sistema integral de cuidados para la primera infancia como soporte de la autonomía personal. Contar con un Sistema Universal de Cuidados y Bienestar que sirva de mecanismo de soporte, particularmente para que las mujeres y jóvenes alcancen su pleno desarrollo.
Indicadores
• Número de menores de 0 a 3 años que asisten a escuelas de tiempo completo.
• Número de raciones de comida de los comedores sociales de la ciudad.
• Número de permisos de paternidad otorgados por el sector público y privado en la ciudad.
• Reducción a la mitad en el número de horas que dedican las mujeres al trabajo del hogar y de cuidados no remunerado.
• Cumplimiento de la totalidad de los compromisos asumidos por el gobierno en las agendas nacionales e internacionales en materia de género y economía de cuidado.
Líneas estratégicas
• Promover y otorgar permisos laborales para hombres para el cuidado de los hijos e hijas.
• Incorporar a la agenda pública los compromisos asumidos por el Gobierno de la Ciudad de México en el marco de la Agenda Regional de Género y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible para la economía de cuidado.
• Implementar acciones de promoción y difusión de la distribución del trabajo del hogar, mediante la identificación de labores de cuidado y labores domésticas; así ́ como la no reproducción de roles de género al interior de los hogares.
• Visibilizar el tiempo total de trabajo de las mujeres, participación y tiempo dedicado al trabajo remunerado y no remunerado de las mujeres.
1.2.1.2 Meta 2
Alcanzar un sistema de protección integral para las personas mayores a fin de lograr que, ante el acelerado proceso de envejecimiento demográfico de la Ciudad de México, se cuente con sistemas integrales de cuidados.
Líneas estratégicas
◦ Prestación de servicios para el aprendizaje y la formación permanente para aquellas personas mayores que así lo deseen.
◦ Servicios complementarios de trabajo social que permitan a las personas mayores solas el ejercicio pleno de sus derechos y el acceso a todos los servicios que disponga el Gobierno de la Ciudad de México.
◦ Servicios múltiples que permitan el envejecimiento digno y activo para toda la población de la Ciudad de México.
◦ Establecimientos de asistencia social (casas de día, refugios y casas de retiro), para toda aquella persona que así lo requiera o solicite.
◦ Priorización de la ubicación de asilos en aquellas demarcaciones con altos indicadores de pobreza y exclusión, aunque se perseguirá la universalización del servicio y la satisfacción del total de la demanda, se dará preferencia a los más vulnerables.
1.2.1.3 Meta 3
La Ciudad de México es un territorio que dispone de una red de protección para todas aquellas personas que requieren la asistencia del Estado, en especial para las poblaciones prioritarias. Con el cumplimiento de esta meta, la Ciudad de México será una ciudad habitable y solidaria, donde se protege integralmente a las poblaciones prioritarias, con especial énfasis en las más vulnerables.
Indicador
• Reducir a menos de 250 el número de personas en situación de calle.
Líneas estratégicas
• Potenciar las capacidades de atención a poblaciones prioritarias, desde una perspectiva integral de derechos humanos. Para ello se debe contar con:
• Una red integral de servicios de trabajo social y servicios complementarios para poblaciones migrantes, desplazadas o refugiadas.
• Prevención de la vida en situación de calle, dirigida a lograr la plena la reintegración familiar y social de quienes viven en esa circunstancia.
• Servicios para la plena reintegración social y familiar de las personas privadas de la libertad, así como de las niñas, niños y adolescentes en conflicto con la Ley.
• Servicios de apoyo y vinculación social que permitan la erradicación del trabajo infantil, especialmente en sus peores formas, como la mendicidad o el trabajo en vía pública.
• Servicios para la plena incorporación al desarrollo de las personas con discapacidad.
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